jueves, 21 de febrero de 2008

Santuario de El Cisne


A 70 kilómetros de Loja, en medio de una humilde aldea de campesinos, se levanta un enorme Templo Gótico, muy concurrido durante todo el año por peregrinos del Austro Ecuatoriano y del Norte Peruano. El templo es imponente en sí y mayor grandiosidad le da su ubicación en la cumbre de una escarpada montaña y rodeado de modestas construcciones tradicionales. En su interior se venera una imagen de la Virgen María tallada en cedro, a fines del siglo XVI por Don Diego de Robles, el autor también de otras veneradas imágenes de la Región Andina.
Fueron los campesinos lo que decidieron viajar a Quito en busca de una imagen de Guadalupe -la Virgen Morena, patrona de la América Indo-hispánica- y en 1594 le erigieron una ermita. La Virgen del Cisne, desde esa época, es la "reina" de los campesinos que sale con ellos a la feria y su devoción se ha extendido por todos los ámbitos.

Quizá la denominación "del Cisne" parece no tener nada que ver ni con las tradiciones ni con la realidad de los aborígenes de las montañas de Ambocas y se ha llegado a constatar que esta advocación debe su nombre al Obispo Luís López de Solís quien fuera miembro de la Real Orden de los Caballeros del Cisne, que tuvo por centro de peregrinaciones en el Viejo Continente una majestuosa basílica levantada en la colina de Harlungenberg, que se destaca en las llanuras de Brandemburgo, Alemania. Esta orden laical fue fundada por el Príncipe Elector de Prusia Federico II denominado "el de hierro" y tenía por finalidad "someter a los principios del evangelio a los señores feudales y príncipes electores" tarea tan o más difícil e importante en América para someter a los encomenderos que desde los tiempos de Carlos V comenzaron a abusar de la población aborigen.

El 30 de mayo y el 15 de Agosto se celebran las principales festividades en la parroquia de El Cisne.

Inmediatamente después de la festividad de agosto se realiza un acto religioso muy impresionante y quizá único en su género: miles de peregrinos llevan en hombros la portentosa imagen hasta la ciudad de Loja. La procesión es impresionante, son kilómetros de gente que camina cumpliendo las tradicionales "promesas", todos pugnan por la suerte de cargar la imagen un momento durante el trayecto de 74 kilómetros que se recorren en tres días. Por fin, la tarde del 20 de agosto ingresa la Virgen del Cisne en la ciudad de Loja para presidir la gran festividad religiosa, comercial y agrícola que desde 1824 se efectúa el 8 de septiembre, según lo dispuso el Libertador Simón Bolívar en su visita a Loja en Octubre de 1822 y que fue ratificado después mediante un Decreto Supremo de Julio 1829 dándole al evento la calidad de Feria, con exención total de tributos.

El I de noviembre retorna nuevamente en hombros de sus devotos hacia su Santuario. Y es que la Virgen es campesina, viene a la ciudad, con motivo de la fiesta, pero retorna junto a ellos a su Santuario levantado en ese pueblecito humilde y acogedor, cuya restauración en su estilo tradicional se ha iniciado para darle mayor atractivo turístico. "El Cisne, montaña sagrada, escogida por Dios y entregada a María para que sea, en el tiempo, símbolo de gracia y perdón".

Pueblecito que, asentado en las agrestes estribaciones del Fierro-hurco en la cordillera Occidental de Los Andes a una altitud de 2.400 m.s.n.m., con su caprichosa orografía presenta un paisaje irregular, suntuoso y propicio para la meditación y el libre vuelo de la imaginación que atraviesa las fronteras de lo humanamente apreciable por nuestros sentidos.

El Cisne viene a constituirse geográficamente en el corazón de la Gran Región Norperuana y Surecuatoriana que constituyó la antigua Gobernación de Yaguarzongo, siendo posible llegar hasta él ascendiendo paulatinamente desde la vecina parroquia de San Pedro de la Bendita por una carretera que tiene un recorrido de 22 kilómetros.

Esta distancia ordinariamente es cubierta por los diferentes medios de trans¬porte terrestre; sin embargo, en innumerables ocasiones, los miles de peregrinos prefieren avanzar a pie, y algunas veces completamente descalzos.

En cuanto a sus habitantes, se ha llegado a determinar que éstos, en su gran mayoría, constituyen grupos familiares descendientes de los Paltas y son todos ellos firmes y permanentes guardianes de su sagrada imagen, a la que honran, y veneran.

Como único medio de subsistencias en su estilo característico de vida, practican la rudimentaria y escasa agricultura y ganadería; decimos escasa porque periódicamente la zona es afectada por terribles sequías que muchas veces han obligado al éxodo habitacional.

El Museo de Arte Religioso ubicado en un amplio subterráneo de la Basílica guarda los tesoros artísticos que son testimonios del amor y veneración del pueblo de Loja y provincias vecinas a Nuestra Señora de El Cisne.

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